sábado, 30 de abril de 2016

Grúa Sanson


Gaditana de nacimiento, muy joven, con tan solo un año, tuvo que emigrar a Cartagena para ser parte imprescindible de su historia.
Podríamos estar hablando de cualquiera de los miles de mineros que atraídos por un mendrugo de pan, emigraron hasta la Sierra de San Gines, aunque en este momento no referimos nada mas y nada menos que a la grúa Sanson.



En el año 1929 fué construida por la Sociedad Española de Construcción Naval, en Cádiz. 
Su primer nombre fué “La Gaditana”. 
Con unas dimensiones de 12 x 6.65 metros de base y 35 metros de altura, descansaba en una gran plataforma flotante de más de 30 metros de eslora y 16,5 metros de manga, siendo de esta forma posible el remolcarla desde su habitual amarradero hasta donde eran necesarios sus servicios.
Su capacidad de carga era de 100 toneladas a 25 metros de altura.
El mismo año de su nacimiento, ayudo en Cádiz a las pruebas de flotabilidad del submarino Peral.
El 5 de junio de 1930,el remolcador “El Gaditano” la traslada a Cartagena para colaborar en el desembarco de los cañones Vickers destinados a artillar la costa cartagenera.
Desde entonces esta fue su ciudad adoptiva.


En la parte frontal, entre la pluma y el borde de la patacha, quedaba un amplio espacio libre donde se colocaban los elementos que la grúa debía izar.
Disponía de dos ganchos de elevación. Uno para la carga y otro para trabajos auxiliares.


La inclinación de la grúa se conseguía mediante dos husillos colocados en la parte posterior y movidos por motores eléctricos.


Su plataforma fué dotada de una sala de máquinas donde se encontraban los elementos necesarios para facilitar el funcionamiento de la grúa, disponiendo de grandes engranajes y cabestrantes.


A lo largo de su vida útil tuvo varios motores diésel, el ultimo de ellos un Bazan-Sulzer.


Tras su baja el 1-1-1993, su desguace se efectuó el día 20 de abril de ese mismo año. La base flotante se siguió utilizando como pantalán de la Junta de las Obras del Puerto y la pluma quedó abatida en tierra esperando su desarme, pero finalmente se decidió su colocación como monumento en una rotonda de Santa Lucía, desde donde nos recuerda su pasada historia en este último enclave.

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